Hipocresía y amarillismo

Terremoto de Lorca. foto Israel Sánchez

El trabajo de fotoperiodista es duro y a veces nos toca fotografiar sucesos terribles como esta semana le ha tocado a nuestro compañero Israel Sánchez al documentar el terremoto de Lorca. Sus fotos ha recorrido todo el mundo acumulando portadas de periódicos y creo que conseguirán también muchos premios. Un trabajo excepcional por su calidad, su valor como fotógrafo, pero sobre todo por su sensibilidad como ser humano al retratar con una gran dignidad la tragedia de sus conciudadanos.

No obstante, algún periódico el mismo miércoles se lanzó a buscar el protagonismo sobre el trabajo de Israel, preguntándole a su lectores en Twiter si debían reproducir las instantáneas con o sin fallecidos. Me parece una actitud falsa, hipócrita y rastrera la del director del medio que promovió una polémica donde no la había. Y todo para ganar su habitual cuota de protagonismo para sus tirantes.

Es lamentable que en los tiempos que vivimos sigamos rasgándonos las vestiduras porque los periodistas hacen su trabajo. Pero lo que no tiene nombre, como ya comenté en otro post, es que distingamos entre la dignidad, los derechos y la imagen de los fallecidos de una tragedia según sean ciudadanos del primer mundo y no lo pasemos por el forro cuando son de Haití o como también esta misma semana del atentado en Paquistán. En estos casos nadie se queja, salvo el telespectador al que le han estropeado el almuerzo o la cena.

Es duro pero nuestro trabajo en ocasiones es así y no se puede obviar la realidad. Con todo yo creo que el problema se solucionaría creando un código profesional que suscribieran los medios de comunicación y se siguiera en todos los casos por igual, estén realizadas las imágenes en España o en la Conchichilla.

Como en otras ocasiones se trata de juzgar al mensajero desde el cómodo sofá de casa o desde la segura barra del bar de abajo. Los periodistas sólo hacemos nuestro trabajo. No nos mueve el morbo como ayer me ocurrió cuando me encontré con la policía y el 061 atendiendo a una mujer embarazada que había sido atacada por su compañero con un objeto cortante. Yo estaba allí porque era mi trabajo, pero en la calle habían muchos ciudadanos mirando, porque el carácter humano es así. Ayer no fue el caso, pero ha sido muchas otras las ocasiones en la que otros ciudadanos me han increpado por hacer mi trabajo. Pero a ellos quien les obligaba a mirar, que hacían allí.

Creo, y así lo suelo hacer, que debo fotografiar todo lo que veo sin molestar a los profesionales que están trabajando ni poner en juego la vida de nadie. Y luego, al menos así lo hacemos en mi diario, el trabajo  se edita y se publica la foto más correcta que ilustre las noticia. A veces son imágenes duras, en otras se evita todo lo posible la crudeza, pero al final la vida y sobre todo la muertes es así.  

Si os interesa aquí podéis leer una interesante entrevista a Israel sobre el día del seísmo e intentado buscar web o blog pero no he dado con ellas. 

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo contigo. Lo lamentable es que esta nueva forma de conservadurismo es plenamente compartida por el público, de hecho más estrecho de miras que los propios medios. Es una pena pero es una batalla perdida porque es la sociedad la que aplica el doble rasero y en última instancia la que juega con fuego: lo políticamente correcto es un arma de represión y censura que ríete tú de Goebbels.

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  2. La pena es que los medios entremos en ese juego y ya no haya criterio por ese miedo a lo políticamente correcto cuando le toca al vecino.

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