José García Córdoba, el fotógrafo de la visita de Isabel II a Córdoba en 1862



Puerta de los Gallegos, 1868. JGC. BMC.



Uno de los trabajos fotográficos más importantes de la Córdoba del siglo XIX es el que realizo el retratista José García Córdoba (Écija 1832-Córdoba 1878) en 1862 con motivo de la visita de la reina Isabel II a la ciudad. Estas conocidísimas fotografías, que en 2022 cumplen 160 años, se conservan en el Archivo y la Biblioteca Municipal de Córdoba. Las de esta última insertadas en el libro La Corte en Córdoba: reseña histórica de la recepción y estancia de SS.MM. y AA. en la provincia de Córdoba en 1862. Una obra del cronista de la ciudad Luis Maraver y Alfaro que narró los preparativos y la estancia de la familia real en ciudad. Se trata de un bellísimo manuscrito copiado a mano por el propio cronista y del que, además del conservado en la biblioteca cordobesa, se le regaló otro ejemplar a la reina y que hoy se conserva en las colecciones de Patrimonio Nacional. Un título del que, además, se edito una versión impresa, pero esta ya sin imágenes.






No obstante, ninguna de las fotografías se encuentra firmada por su autor y la única referencia de la misma son los registros conservados por el Archivo Municipal, que se los adjudica a José García Córdoba. Una autoría que no reconoce Patrimonio Nacional en el registro de su ejemplar, porque además en ninguno de los tomos existe ninguna referencia al autor de las imágenes. De hecho, Maraver y Alfaro solo realiza una alusión fotográfica en su relato y esta no cita a ninguno de los dos fotógrafos que cubrieron la estancia de Isabel II en la capital cordobesa: Charles Clifford (fotógrafo de la casa real) y García Córdoba.


“Como no había un incidente que no estuviese previsto por el Sr. Marqués, aprovechó este momento para suplicar a S. M. le permitiese eternizar tan honrosa visita por medio de la fotografía, y obtenida la real venia, quedaron cumplidos un momento después los galantes deseos del dueño de la Casa, por medio de una máquina fotográfica colocada al efecto y con antelación en sitio conveniente.”


Hoy día, esta instantánea no es totalmente desconocida, tanto entre los reportajes de García como en el de Clifford. Para quien no conozca las fotos de José, se trata de un reportaje documental que en 24 tomas retrata diferentes vistas de la ciudad, incluyendo las imágenes de la puerta efímera construida en Puerta Nueva para la entrada de la comitiva real y de la feria celebrada en honor de la reina en los llanos de la Vitoria. 




Campo de la Merced y torre de la Malmuerta, 1868. JGC. BMC.


Se trata de un grupo de fotografías urbanas bastante tempranas y son las más antiguas que han llegado a nuestros días realizado por un autor local. Las copias, de buen tamaño 17X11,5 cm, están realizadas sobre papel a la albúmina y son de muy buena calidad fotográfica. El trabajo muestra la pericia técnica de García Córdoba, capturando en muchas de sus vistas a diversos personajes y tipos de la ciudad por sus calles. Un gran logro en un momento en que la sensibilidad de los negativos y la luminosidad de las cámaras era muy precaria para conseguir detener el movimiento de una persona, no ya andando por la calle, sino simplemente parada. No obstante, llama la atención que en muchas fotografías existe un problema generalizado de nitidez. Un fallo que siempre aparece en la zona central de las imágenes, quizás achacable a la falta de presión en las prensas de copiado. Mientras, casi 160 años después, el estado de conservación de todas las copias es óptimo, pese a encontrarse en un entorno hostil como el del cartón de sus soportes, en el caso de las copias del Archivo Municipal, y las páginas de papel del libro, ambos de una agresiva acidez con los materiales fotosensibles. 


Iconográficamente se trata de un conjunto excepcional, ya que muchas de las imágenes muestran espacios urbanos de los que no nos han llegado más imágenes que las de José. Es el caso de la vista de la Puerta de los Gallegos, los llanos de la Merced, los jardines del Alcázar, o las vistas del trazado ferroviario de la ciudad. Sin embargo, es reseñable como José no incluye ninguna fotografía de la Puerta del Puente o del interior de la Mezquita. Algo muy complejo por la oscuridad del interior del templo y que requería de tomas de hasta media hora de exposición con negativos al colodión húmedo. Esta carencia es reparada por el retratista que incluye una fotografía de un grabado del Mihrab de F. Arzau.    


En mis investigaciones, siempre he dado credibilidad a los datos de autoría del archivo cordobés y me ha sorprendido no haber encontrado ninguna copia más del reportaje, especialmente en algún formato comercial. Estamos ante un gran hito histórico de la ciudad y es muy raro que García Córdoba no realizara alguna edición comercial del reportaje para su venta. Además, de las numerosas fotografías que han llegado a nuestros días del fotógrafo ecijano, la inmensa mayoría son retratos. Una disciplina de la que fue un consumado maestro que lo convirtió en el retratista de la élites de la ciudad. Aunque también fue un muy popular entre las clases modestas gracias a retratos de personajes tan icónicos de la Córdoba de su tiempo como el del célebre bandido Pacheco, que posó muy altivo para su cámara armado con su pistola al cinto.


Esta duda razonable sobre la autoría del reportaje por fin la he podido despejar, tras encontrar dos noticias en la prensa cordobesa de la época relacionadas con sus fotografías y que, de forma sarcástica, critica el penoso estado de diferentes zonas de la ciudad. El 11 de octubre de 1862 Diario de Córdoba


“Un fotógrafo se ha encargado de sacar veinte y cuatro vistas de los paisajes y monumentos más notables de esta población. Suponemos no se habrán echado en el olvido las renombradas casitas de la calle Concepción. ¿Se puede dar cosa más notable?”


Cinco días después en el mismo diario y en la misma sección nos desvela a su autor:


“Entre las vista notables de Córdoba, de que ayer hablábamos, ha olvidado el señor García ciertos monumentos, cuya celebridad se extiende ya de polo á polo…“


La noticia alude claramente al señor García. Un fotógrafo que no puede ser otro que José García Córdoba, único profesional local en ese momento en la ciudad con este apellido. De hecho, José se había instalado en Córdoba en abril de 1860 (1), abriendo gabinete de pintura y fotografía en la calle del Silencio esquina a plaza de las Doblas, hoy calle del conde de Torres Cabrera. Un local donde ya ofertaba los célebres retratos de formato tarjeta de visita al nada desdeñable precio de 50 reales la docena y de los que fue uno de sus introductores en la ciudad. Durante sus primeros meses de estancia en Córdoba, el retratista simultáneo la galería cordobesa con la de su localidad natal (2), donde había trabajado con la técnica del daguerrotipo (3). No obstante, en nuestra ciudad, además de la técnica de Daguerre y Disderi, trabajo todo tipo de copias sobre papel, cristal (ambrotipos), marfil, estereoscópicas y, por su puesto, los retratos al óleo, como pintor que era. Una disciplina que compaginó con la fotografía, así como con la labor docente en Escuela de Bellas Artes de la ciudad, donde ejerció como profesor de una de las cuatro secciones de dibujo de figura y de la cátedra de adorno.


Durante casi dos décadas, García Córdoba fue el fotógrafo de referencia en la ciudad. Tras su fallecimiento, en 1878, su estudio pasa a manos de su ayudante Miguel Bravo (Córdoba 1853-Córdoba ¿1905?). Este, durante décadas, mantuvo en su galería la frase publicitaria: Miguel Bravo, sucesor de García Córdoba. Esta referencia será una constante en su obra hasta finales de siglo, síntoma inequívoco del tremendo prestigio del que disfrutó José durante su extensa carrera y que, aún hoy día, es reconocido tanto por los especialistas como por el público. 


 (1)1860.04.10 La Alborada.

 (2)1860.09.30 La Alborada. El rotativo cordobés da noticia del viaje a Écija del fotógrafo y del éxito de su galería entre sus paisanos. 

 (3)1860.05.22 La alborada. García Córdoba vende un cámara al daguerrotipo. 


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