Una opinión, sólo una opinión sobre la Bienal 2015.


Hoy os dejo el artículo de opinión que he realizado en mi Diario sobre la Bienal 2015.
Es un milagro que la Bienal Internacional de Fotografía de Córdoba se mantenga una edición más. Mucho ha cambiado Córdoba y aún más la fotografía española desde aquel lejano 1985. Han sido muchos los avatares y los altibajos del festival cordobés en estos 30 años de historia viva, que la han convertido en el evento fotográfico más longevo del panorama nacional.
En esta edición, aunque hay algunos cambios, como la falta de un comisario de la misma, el modelo de Bienal es muy similar al de la anterior edición. Es decir, parafraseando la célebre cita de la transición, la Bienal ofrece café para todos, bueno fotografía para casi todo tipo de gustos en un certamen que homenajea el 175 aniversario de la invención de fotografía. La sección oficial ofrece propuestas que van desde el fotoperiodismo de nuestro premio nacional de fotografía Gervasio Sánchez, al documentalismo del universal fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado, pasando por la fotografía histórica con la colección Fernández Rivero del siglo XIX, la experiencia de los mejores autores nacionales con el Polaroid gigante del CAF y por supuesto la imagen contemporánea con las muestras de Dionisio González y la vídeo instalación de Kimsooja.
Una opción creo que acertada. Porque una ciudad como Córdoba, con su tamaño medio y su limitada disponibilidad presupuestaria, debe ofrecer en este festival una propuesta de indudable calidad, como en esta edición, y con una oferta variada que contente a todo tipo de gustos y públicos. No entiendo a algunas voces que, aunque muy minoritarias y muy estridentes, plantean la desaparición de la Bienal para convertirla en un evento de arte contemporáneo o de reflexión de la imagen. Unas voces a las que no se les ocurrirá solicitar idéntica suerte para un festival tan similar en estructura, que no en medios, muestras y repercusión, como el PhotoEspaña de Madrid.
Si los grupos de arte contemporáneo de la ciudad desean un evento para mostrar esta tendencia es algo lícito. Pero que trabajen y luchen por conseguir su propio espacio, una idea que será bienvenida y muy enriquecedora para Córdoba. Mientras, que dejen a la Bienal tranquila, ya que esta tiene su identidad muy definida y hasta en su propio nombre no engaña a nadie y deja muy claro lo que es, un festival de fotografía, que por cierto en sus últimas ediciones ha sido muy generoso acogiendo a todo tipo de propuestas y en esta no sólo continúan presentes las muestras contemporáneas, si no que son abrumadoramente mayoritarias.
No obstante, esta 14 Bienal sigue padeciendo tres problemas crónicos que con muy poco se podrían superar. Por un lado la endémica falta de preparación del festival que se programa apenas en unos meses antes de su inauguración. Es necesario que la 15 edición de la Bienal se comience a planificar al día siguiente de la clausura de este año. Es la única forma de conseguir las mejores exposiciones a un precio razonable. Y claro marcar una fecha definitiva para fijar el evento en el calendario cultural de la ciudad. Ambas cuestiones permitirían a la Bienal convertirse en referente del panorama nacional.
La falta de difusión es la segunda pata de la que cojea el festival. En pleno siglo XXI no se puede abrir la web de la Bienal una semana antes de su inauguración porque hay que esperar a que el alcalde o alcaldesa de turno la presenten en rueda de prensa. Hay que superar estos tics de una vez por todas. Un evento de estas características tiene que difundirse al menos dos meses antes por todo el globo, que para eso están las redes sociales. Aunque los organizadores de este año no sepan que existen y que además de ser una poderosa herramienta de difusión es gratuita. En estos tiempo de crisis también hay que rentabilizar la cultura o al menos hacerla que reporte parte de lo invertido. No olvidemos que la Bienal es el más importante festival fotográfico andaluz y que si se promociona bien en sus dos meses de duración puede aportar muchas visitas a la industria turística de la ciudad y aumentar la oferta cultural a los visitantes.
Por último, la Bienal necesita al igual que los otros dos grandes eventos culturales de la ciudad, el Festival de la Guitarra y Cosmopoética, su institucionalización definitiva y que la alternancia política en el Ayuntamiento no afecte a su organización por falta de interés, presupuesto u otros condicionantes que afectan con mucha facilidad al festival a tratarse de un evento que no es anual. Además sería indicado que todas las instituciones cordobesas participen de algún modo en la Bienal, como casi ocurre este año, en el que sólo se vuelve a echar de menos por segunda edición consecutiva a la Diputación Provincial.
En cuanto a la programación de este año hay bastantes novedades, todas ellas positivas. La más destacada sacar a la calle la Bienal en este caso con la muestra de Salgado en el bulevar del Gran Capitán, todo un acierto que ha hecho que muchísimos más cordobeses participen y conozcan el festival con la obra de un autor de gran calidad y muy asequible al gran público.
Las actividades complementarias de este año también han ayudado a esta popularización de la Bienal y su salida a la calle con la organización del Rally fotográfico propuesto por el colectivo EnVilo. Otra propuesta novedosa de esta edición ha sido la actividad Un fotógrafo en tu mesa, en la que diversos fotógrafos han tenido la oportunidad de mostrar sus portafolios a reputados profesionales de la fotografía como Gervasio Sánchez, Cristina García Rodero, Juan Manuel Castro Prieto, Rafael Roa o Pablo Juliá.
En resumen: una edición muy completa en lo artístico que sigue necesitando más compromiso institucional y un uso más racional de los medios humanos y económicos para crecer aún más.

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