Ladis. Memoria fotográfica.

Bueno ya estamos en 2015 y para comenzar hoy os traigo la tercera entrega de la serie documental de Memoria Fotográfica que he dedicado a dos grandes fotógrafos: Ladis padre e hijo. Dos leyendas del fotoperiodismo cordobés que en su archivo conservan más de 60 años de historia de la provincia. 


Comentarios

  1. Estimado A.J:

    Muchas gracias por este excelente documental sobre Ladislao Rodríguez Galán y su padre Ladislao Rodríguez Benítez, hecho con el buen gusto y rigor que te caracterizan.

    Lo que ocurre es que hay veces en que no es fácil expresar con palabras la profunda emoción y admiración que uno siente al escuchar hablar a un pedazo de fotógrafo como Ladislao Rodríguez Galán, con 54 años de experiencia como fotógrafo profesional, con esa humildad y saber estar que engrandecen su auténtica dimensión histórica como uno de los más importantes fotoperiodistas en la historia de la fotografía cordobesa y uno de los fundadores de la Asociación de Prensa Gráfica Española en 1978.

    Y es que se nota cuando hay pasión por la fotografía, enorme conocimiento y criterio, que es lo que posee a raudales este gran fotoperiodista, que destila fotografía por los cuatro costados y que tal y como expone, sigue emocionándose al máximo como cuando empezó, y cada vez que una foto suya es publicada, ello le llena profundamente y le produce una gran satisfación.

    Se percibe claramente cuando uno se encuentra con un fotoperiodista de los pies a la cabeza, que se entrega al máximo a su trabajo desde los albores de su carrera profesional hasta casi el mismo momento en que expira.

    De hecho, me he quedado acojonado.

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  2. Creo sinceramente que el archivo fotográfico de este hombre constituye y constituirá un muy importante legado, no sólo desde un punto de vista gráfico, sino también humano, ya que es historia viva de un modo de hacer fotografía que obviamente entronca con el de su padre Ladislao Rodríguez Benítez, que fue su maestro y del que aprendió el oficio, y que a su vez se halla en mi opinión vinculado al modus operandi de fotógrafos como Robert Doisneau, Edouard Boubat, Willy Ronis, Walker Evans y otros muchos de la época dorada del fotoperiodismo, es decir, darlo todo, patearse las calles y lugares donde se puedan hacer buenas fotografías, y tal como explica el propio Ladis, no tener horario, ya que la disponibilidad ha de ser permanente, con el sacrificio que ello conlleva.

    Es impresionante el cariño y agradecimiento con el que Ladis habla de la época en que siendo un niño acompañaba a su padre mientras hacía sus reportajes, una fase que le marcó y generó en él su vocación por la fotografía, y además entraba con él en el laboratorio y su padre le enseñaba muchas cosas.

    Todo ésto es muy entrañable y muy importante.

    Este hombre ha mamado la fotografía desde muy pequeño de un maestro como fue su padre, cuyo recuerdo e influencia más que trasciende el óbito y siempre estará ahí.

    Me he emocionado mucho al ver la fotografía en blanco y negro de Ladislao Rodríguez Benítez con su cámara entre sus manos conectada a un flash de magnesio de la época. Esa imagen se asemeja por momentos a un santuario y es impresionante la cara de felicidad de ese hombre formando un todo indivisible con su herramienta de trabajo, que conocía a la perfección y era capaz de armar y desarmar con admirable pericia, ya que tal y como comenta Ladis, era un gran investigador de la fotografía.

    No cabe ninguna duda de que las experiencias vividas tanto por Ladislao Rodríguez Benítez como por su hijo darían para escribir varias enciclopedias, y desde luego se puede aprender muchísimo de fotografía y de muchas otras cosas escuchando a Ladis.

    En mi caso, por lamentable ignorancia propia, no conocía su obra.

    Vocación autodidacta, necesidad irresistible ........

    Cuando uno escucha estas palabras, entra mucho bien por el cuerpo.

    Hacer lo que a uno más le gusta, vivir de ello, amarlo profundamente y echarle ganas a raudales. Esto es toda una vida dedicada a la fotografía, enmarcada con letras de oro por la sencillez de este hombre que a sus 67 años proclama a los cuatro vientos que todavía le queda muchísimo por aprender y que sus principales armas son poner mucha voluntad y ser honrado en su profesión.

    Por otra parte, hay veces en la vida en que la intensidad emocional alcanza cotas significativas, y eso es lo que me ha ocurrido al ver a Ladislao Rodríguez Galán sujetar entre sus manos con enorme cariño la Retinette que le regaló su padre y que conserva como oro en paño, con la que empezó a hacer fotos en blanco y negro, y su padre le corregía los errores sobre todo de perspectiva.

    Fundamental también el momento en que Ladis explica que la diferencia entre un fotógrafo aficionado y uno profesional es que el profesional ve la foto antes de hacerla y que el aficionado la ve cuando la tiene en la mano.

    Ladis pertenece al muy selecto club de fotógrafos de élite a la antigua usanza, formado con el blanco y negro, que no usaban fotómetro, sino que medían por estimación conforme a su experiencia y como el mismo dice poseen un concepto artesanal de la fotografía y que todo lo ve a través de la cámara, incluyendo situaciones cómicas de todo tipo que capta con maestría y precisión.

    Trascendental también el comentario de Ladis cuando dice que los fotógrafos de prensa siguen siendo el alma de un periódico.

    Pues eso, hay veces en que uno ha de quitarse el sombrero. Chapeau

    Un cordial saludo,

    José Manuel Serrano Esparza

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