Sevilla y Córdoba a través de las fotografías de Francisco Leygonier


Francisco Leigonier. Vista de Córdoba desde el Guadalquivir, 1862 Ca. Colección Nabona Algara.

Bueno, el curso va terminando y, como siempre, el mes de mayo ha sido extenuante. No obstante, hace unas semanas me di el lujo de darme una escapada a Sevilla para ver la exposición Leygonier: el primero de los fotógrafos sevillanos, comisariada por mis amigos Juan Antonio Fernández Rivero y María Teresa García Ballesteros. Fue una mañana deliciosa: una temperatura fabulosa, un agradable paseo por el casco histórico hispalense, el maravilloso Museo de Bellas Artes de Sevilla, sede de la muestra; y, el culmen del día, una de las mejores exposiciones de fotografía histórica de los últimos años repleta de piezas de época únicas.

Un enorme trabajo en el que Teresa y Juan Antonio han recuperado la figura de uno de los grandes pioneros españoles de la fotografía. Y es que Francisco Leygonier comenzó su carrera fotográfica allá por 1842, solo tres años después de la presentación oficial al mundo del daguerrotipo, desarrollando una prolífica carrera en su Sevilla natal casi hasta su fallecimiento en 1882. Su obra se centró casi monográficamente en la fotografía topográfica, la de vistas urbanas y monumentales, y en la de reproducciones de obras de arte. Una auténtica rareza entre los fotógrafos españoles del XIX que en su mayoría se dedicaban al retrato como género principal. Además, el sevillano trabajó con maestría el daguerrotipo, el calotipo y el binomio colodión-albúmina. Un dominio de la técnica fotográfica que se podía apreciar a la perfección en cualquiera de los originales expuestos en el museo sevillano, donde las copias lucían con un contraste y una definición fantástica. Y eso a pesar de que muchas tienen 170 años de edad y alguna incluso más. Unos procesos con los que el hispalense realizó un enorme retrato de la capital andaluza y que hoy es un documento histórico fundamental de la ciudad. No obstante, Leygonier completaba su catálogo de 1866 con fotografías de Granada y de Córdoba. El gran triángulo histórico andalusí que atrajo a tantos viajeros y fotógrafos durante el siglo XIX.




Francisco Leigonier. Vista de Córdoba desde el Guadalquivir, 1862 Ca.
Colección Fernández Rivero.
En esta copia se aprecia una reserva en la zona del río para aclararla.


En este listado del archivo del fotógrafo aparecen hasta diez títulos cordobeses en su formato habitual de 24x30 cm:


37 Vista general de Córdoba, tomada desde el Castillo de la Calahorra.   

38 Vista del puente y los molinos árabes de Córdoba.

39 Interior de la Mezquita, de Córdoba.

40 Puerta de la Mezquita, de Córdoba.

41 Puerta del Hospital, de Córdoba. 

Seguramente la portada gótica del Hospital de San Jacinto y Casa de Expósitos, hoy Palacio de Congresos de la calle Torrijos.

42 Vista del Triunfo, de Córdoba.

43 Vista del Castillo de la Calahorra, de Córdoba.

44 Puerta del Puente, de Córdoba.

45 Puerta del Perdón de la Mezquita, de Córdoba.

46 Torre árabe de S. Nicolas, de Córdoba.





Francisco Leigonier? Interior de la Mezquita, 1863 Ca. 
Colección Fernández Rivero. 


Una  vez más, estamos ante el clásico recorrido decimonónico por los alrededores de la Mezquita Catedral. Sin embargo, hasta ahora no conocíamos ninguna obra del autor sevillano, salvo una foto que di a conocer en 2018 del clásico bosque de columnas de la Mezquita que, como ya indicaba entonces, era en realidad de su colega francés Luis Leon Masson. Esta, realizada sobre 1860, muestra las arquerías del monumento aún blanqueadas. No tenemos certeza de si Francisco se la pirateo o Luis se la vendió, dos prácticas muy comunes por entonces y más con una toma tan compleja de impresionar con las lentas placas al colodión húmedo. Ahora Juan Antonio y Teresa nos descubren dos vistas cordobesas desconocidas de Leygonier: un novedoso encuadre del “skyline” de la ciudad desde las orillas del Guadalquivir en Miraflores, en la que la Ribera y la Mezquita Catedral ganan protagonismo al Puente Romano; y una nueva versión del bosque de columnas, de nuevo desde muy cerca de la Maxura hacia la ampliación de Almanzor, pero ahora ya con las arquerías con su característico color rojo y ocre del ladrillo y la arenisca. En esta toma, gracias a su calidad de imagen, al final de la galería del monumento se aprecia parcialmente la imagen de un crucificado. Una talla que guarda gran parecido con el Cristo de Gracia o Esparraguero y que sería un detalle muy interesante a desentrañar si por estas fechas estaba en el templo mayor. Por lo que si hay algún experto en la sala, rogaría nos ayudara a confirmarlo.




Francisco Leigonier? Detalle de la fotografía anterior del interior de la Mezquita en la que se aprecia la figura de un crucificado, 1863 Ca. Colección Fernández Rivero.



Córdoba 307 vista del interior dela Catedral Mezquita, circa 1870. Compañía de J. Laurent.

Una presencia que me se sonaba en alguna otra foto similar en esta década. Y me puse a buscar en mi archivo. Entonces di con ella, se trata de la célebre foto 307 del archivo Laurent. Bueno, soy un exagerado, célebre para mi, porque es un número del catálogo del fotógrafo francés con el que existen casi una decena de fotografías todas diferentes del bosque de columnas de la Mezquita. Estas fueron realizadas en distintos años y con diferentes técnicas. Pero al detenerme un poco en la imagen enseguida se aprecia que es la misma fotografía. Por lo que al no coincidir el tamaño de la copia de Leygonier con el estadar de Laurent, algo mayor, todo apunta a que Francisco pirateo la foto de su colega, certificando lo difícil que era fotografiar el interior de la Mezquita con placas al colodión húmedo y que el sevillano parece que fue incapaz de lograr.


Por otro lado la datación de las imágenes cordobesas de Leygonier, evidentemente, es anterior a la publicación del catálogo. Nuestros colegas malagueños la fijan hacia 1862 y 1863. Yo por mi parte retrasaría algo la toma de la Mezquita a 1864 o incluso al mismo 1866. Para ello me baso en una fotografía del francés Ernest Lamy tomada en la misma zona en 1863 con los arcos aún blanqueados. Mientras que en el caso del bosque de columnas, la primera vez que Laurent incluye este registro es en su catálogo es en 1867.


En resumen un soberbio trabajo, una magnifica exposición y un tremendo fotógrafo. Pero cuando volvía en el tren a Córdoba, me comenzó a invadir cierta pena e incluso, porque negarlo, cierta envidia. Y me ganó la tristeza cuando pensaba que en Córdoba no se ha conservado ni una fotografía del primero de los fotógrafos cordobeses, J. Albors. Cómo me gustaría que algún día aparecieran algunas de las vistas de este coetáneo de Leygonier, entre ellas el daguerrotipo de la Mezquita de 1844. Aunque tampoco me animaba mucho cuando comparaba mentalmente el pedazo Museo de Bellas Artes sevillano y sus colecciones con el nuestro o la tremenda exposición y catálogo que habían producido. Nunca he sido de esos andaluces que odian a Sevilla y todo lo sevillano, pero tampoco me he sentido inferior. Hay que reconocer una gran realidad, le duela al que le duela, que Sevilla es una gran capital, aunque en esta ocasión hayan sido dos grandes malagueños los que les han regalado este fantástico trabajo sobre su ciudad.  


Comentarios

  1. Gracias Antonio por esta crónica tan generosa e ilustrativa sobre nuestro trabajo en torno a la vida y obra de Leygonier, hemos aprendido más cosas aún. Encantados de compartir este camino de descubrimiento con colegas así, y quizá entre todos descubramos algún día la obra de aquel primer fotógrafo en Córdoba.

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    1. Gracias a vosotros siempre por vuestro gran trabajo y generosidad .

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