Ortiz Echagüe, el gran fotógrafo español del siglo XX en Córdoba


José Ortiz Echagüe. Ermitaños de Córdoba. Anterior a 1943. Museo de la Universidad de Navarra.

En la actualidad, la fotografía, hasta en nuestro país, está considerada como una disciplina artística. Pero esto no siempre fue así y durante mucho tiempo los círculos academicistas del arte afirmaban que la fotografía era, simplemente, un medio mecánico e industrial de captar imágenes. Una controversia que junto a la vulgarización de la fotografía, especialmente a partir de 1880, con la aparición de las placas al gelatino bromuro y las primeras cámaras de aficionados, propició como reacción antagónica el nacimiento del primer movimiento artístico de la historia de la fotografía: el pictorialismo

Este, en su orígenes, buscaba el reconocimiento de la fotografía como obra artística imitando los valores más clásicos de la pintura. Primero con sus temáticas academicistas y después adaptando la estética de la pintura impresionista, renegando así de los propios valores de la fotografía. Tras la I Guerra Mundial, esta corriente fue perdiendo influencia en todo el mundo ante el empuje de las vanguardias de entreguerras. Movimientos como el surrealismo, la Bauhaus o la Nueva objetividad que integraron la fotografía y su naturaleza entre sus herramientas creativas. Sin embargo, en nuestro país, el pictorialismo se mantuvo muy activo y tras la Guerra Civil resurge aún con más fuerza, siendo utilizado por el régimen franquista como una herramienta política con la que ensalzar los valores del régimen. Un motivo por el cual algunos críticos denostan este movimiento y especialmente a su mayor exponente patrio, el fotógrafo castellano José Ortiz Echagüe (Guadalajara 1886-Madrid 1980). 



José Ortiz Echagüe. Reala en Córdoba, Ca 1930. Museo de la Universidad de Navarra.

Pero para bien o para mal, estamos ante el fotógrafo español del siglo XX más reconocido y reconocible en el mundo. Sirva de ejemplo que es uno de los pocos artistas españoles a los que el Metropolitan de Nueva York le ha realizado una exposición antológica. Además, Echagüe bien merecería como mínimo un biopic del cine español, ya que fue un personaje único: ingeniero militar, lucho en las guerras coloniales de Marruecos, participó junto al bando franquista en la Guerra Civil, fue piloto de globos, pionero de la aviación, fundador de CASA (Industria aeronáutica) y  de SEAT, tuvo 10 hijos y, sobre todo, realizó una obra fotográfica monumental que recogió en cuatro libros fundamentales en la historia de la fotografía: España tipos y trajes, España pueblos y paisajes, España mística y Castillos y Alcázares


                                      

                  

José Ortiz Echagüe. Córdoba. Internegativo y copia al carbón. Ca 1940.
                             Museo de la Universidad de Navarra.

Su obra, en lo conceptual, busca retratar, como se puede adivinar por el título de sus obras, la esencia de una  España apegada a sus tradiciones, su historia y su religión. En ella, algunos autores ven la visión fotográfica de la generación del 98 y otros el ideario de la dictadura franquista. En lo estético, su fotografía es deudora de unos valores más pictoricistas que pistorialistas, por el uso de técnicas de copiados artesanales como el carbón directo sobre papel Fresson con las que José consigue un acabado similar al de un dibujo al carboncillo. Unas copias que nos recuerdan a la estética impresionista.


José Ortiz Echagüe. Montoro. Internegativo. Ca 1940. Museo de la Universidad de Navarra.

Córdoba no está demasiado presente en su obra y de forma ya algo tardía en su producción, datándose en torno a las décadas de 1930 y 1940. Sin duda, su trabajo cordobés más importante es su reportaje sobre los ermitaños de la sierra. Un retrato preciosista de espectaculares imágenes de estos míticos personajes, ya desaparecidos del paisaje de las Ermitas. No obstante, su catálogo se amplia con algunas fotos menores de tipos de caza, de su trabajo sobre vestimentas españolas; una imagen de la plaza de Capuchinos y de la ermita de la Estrella de Villa del Río en su libro sobre la religión; algunas vistas de la ciudad del en torno del Puente Romano y del Guadalquivir a su paso por Montoro; y por último sus majestuosas vistas del castillo de Almodóvar, dentro de su reportaje de fortalezas.


José Ortiz Echagüe. Ermita de la Virgen de la Estrella, Villa del Río. 
Anterior a 1943. Museo de la Universidad de Navarra.

Para mí, como ya he indicado, su obra es monumental. Una delicatensen estética de una belleza absoluta y valores visuales atemporales. Más allá de sus componentes ideológicos, que innegablemente son muchos y muy identificables, estamos ante un documento fotográfico de primer orden. Imágenes de un tiempo y de una España que ya no existe y que, quizás, ni el mismo Echagüe conoció. Por qué José construía muchas de sus imágenes, ya fuera con su maestría en el laboratorio, donde de forma analógica insertaba en sus instantáneas sus característicos cielos de nubes o algunos personajes, o construyendo en vivo la escena, colocando y vistiendo a los personajes como y donde él quería, cual pintor de antaño. 


José Ortiz Echagüe. Castillo de Almodóvar. Ca 1940. Museo de la Universidad de Navarra.

Hoy, su archivo lo conserva el Museo de la Universidad de Navarra, una entidad que nació para gestionar su obra como Legado Ortiz Echagüe y que hoy alberga una de las colecciones privadas más importantes del país. Recientemente la colección navarra ha actualizado su web, subiendo multitud de imágenes, incluso los internegativos del maestro, así como toda su impresionante colección fotográfica disponible a un solo click.









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