80 años del Miliciano.
Hace ya 5 años que los fotógrafos cordobeses le rendimos un modesto homenaje a Robert Capa y Gerda Taro con motivo del 75 aniversario de la realización de la fotografía del Miliciano abatido. Hoy se cumplen ya 80 años desde aquellos días en que los reporteros estuvieron en nuestra provincia fotografiando el conflicto español. Desde entonces han seguido corriendo ríos de tinta sobre la autenticidad de la fotografía, pero como ya dije entonces, creo que más allá de esta foto está la trayectoria de dos grandes fotógrafos y sobre todo un icono de nuestra Guerra Civil conocido y reconocido en todo el mundo.
A continuación reproduzco el artículo que hace unos días publiqué en Diario Córdoba en el que realizo un somero repaso a los 80 años del Miliciano. Sé que hay algunos que ya están cansados de este tema, pero por desgracia aún hay muchos interesados que desconocen la historia. Además si no se tuerce nada, quizás tengamos muy pronto una gran exposición del fotógrafo húngaro en nuestra ciudad.
El miliciano cumple 80 años:
Pocas imágenes en la historia de la fotografía han causado
tanto impacto y tanta polémica como la instantánea conocida como Muerte de un
miliciano. Una foto que fue realizada por el mítico reportero Robert Capa en la
provincia de Córdoba, en torno al día 5 de septiembre de 1936, y que más allá
de cualquier opinión es un símbolo de la Guerra Civil española en todo el
mundo. La potencia de la imagen es tal que ya en su tiempo la prensa catalogó a
su autor como el mejor fotógrafo de guerra. Aunque Capa siempre rehuyó hablar
de esta imagen, 80 años después, la historia en torno al fotógrafo y la foto es
un auténtico culebrón que sigue siendo explotado en novelas, documentales,
exposiciones o biografías en busca de la verdad detrás de la foto.
Lo que sabemos con certeza es que en los primeros días de
septiembre de 1936 dos jóvenes reporteros freelance, Robert Capa y Gerda Taro,
por entonces pareja sentimental, se encontraban en la provincia de Córdoba
trabajando para medios franceses. El día 5 coinciden con sus colegas Hans
Namuth y Georges Reisner en Cerro Muriano, donde fotografían la huida de
civiles tras el bombardeo de la localidad. Un dato que durante casi 70 años se
utilizó para ubicar la icónica fotografía en la barriada cordobesa, llegando a
identificarse al miliciano en falso en la persona del combatiente alcoyano
Federico Borrel. Prueba que durante un tiempo ahuyentó las dudas sobre la
autenticidad de la instantánea.
Sin embargo, la relación de los dos fotógrafos con Córdoba
se extiende a 1937, cuando Capa y Taro vuelven a las localidades del valle del
Guadiato de La Granjuela, Valsequillo y Los Blázquez. En este viaje Robert
trabaja con una cámara de cine y Gerda se encarga de las fotos. Un trabajo en
el que se puede apreciar su indudable evolución como fotógrafa. Por desgracia,
unas semanas después, Taro murió en el frente de Brunete, dejando esbozada una
prometedora carrera. La tragedia diluyó el trabajo de la alemana y sólo
recientemente se ha recuperado su figura, no como la compañera de Capa, sino
como una auténtica pionera del fotoperiodismo mundial.
A pesar del dolor, Capa siguió viajando a España durante la
guerra, aunque ya no volvería más a Córdoba. Su enorme trabajo en nuestro país
siempre se vio eclipsado por la foto del miliciano. Un reportaje que los
grandes historiadores de la fotografía Gisele Freund o Beaumont Newhall
califican como la génesis del fotoperiodismo moderno. Robert utiliza en España
las pequeñas cámaras Leica de 35 mm. Unos equipos realmente portátiles y discretos
que le permiten llevar a la práctica su máxima: “si tus fotos no son lo
suficientemente buenas es que no estabas lo suficientemente cerca”. Pero una
cámara no hace a un fotógrafo, es su mirada junto a su empatía con las personas
la que le permite captar toda la acción y la tragedia de la guerra como ningún
otro fotógrafo lo había hecho antes. Ese es el gran valor de la obra de Robert
Capa.
UN HALLAZGO INESPERADO
No obstante, la polémica del miliciano da un giro inesperado
en el 2008, cuando aparecen los negativos perdidos de Capa, Taro y Chim en la
conocida como maleta mexicana. Entre estos rollos, aunque no aparece el
negativo del miliciano, sí se encuentran otros del reportaje. Tras ser
investigados por varios expertos, estos consiguen, no sin una nueva polémica
por su autoría entre tres investigadores uno de ellos el cordobés Fernando Penco, descubrir que la fotografía del miliciano se realizó en la
localidad cordobesa de Espejo. Un hallazgo con el que se confirma casi
totalmente que la fotografía fue un montaje, ya que cuando se tomó la foto no
había combates en esa localidad. La noticia apareció en las portadas de todo el
mundo y con ella un durísimo juicio a la ética del reportero que tantas veces
se jugó la vida en los campos de batalla. Un veredicto propio de la sociedad de
nuestro tiempo para una acción que, por desgracia, era habitual a mediados del
siglo XX. No hay nada más que recordar casos similares como el de Joe Rosenthal
y su foto de la toma de Iwo Jima o la instantánea de Yevgueni Jaldéi de los
soldados soviéticos en el ayuntamiento de Berlín. De cualquier modo, solo el
fotógrafo sabe lo que pasó aquel día en Espejo.
Pero en Córdoba toda esta difusión nunca ha sido aprovechada
y el legado visual de los fotógrafos olvidado, solo hay que recordar que la
obra de Capa y Taro nunca ha sido expuesta en nuestra provincia. El 75
aniversario de la fotografía no interesó institucionalmente y solo en estos
últimos años el ayuntamiento de Espejo ha intentado aprovechar el tirón de los
fotógrafos con unas jornadas irregulares y muy modestas. Hoy por fin podemos afirmar
que Capa y Taro vuelven a Córdoba con la exposición que prepara el Ayuntamiento
para la Bienal del 2017.
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