Retrato de una obsesión

El pasado jueves se inauguró en la Diputación una de las últimas exposiciones importantes antes de la llegada del estío cultural cordobés titulada "Córdoba. La Ciudad Observada". Esta muestra es la segunda parte del proyecto del cordobés Manuel Muñoz y el cubano Rodolfo Martínez en un doble intercambio sobre la visión de sus ciudades La Habana, en el 2006, y Córdoba.

La primera exposición la vi, pero sinceramente casi no la recuerdo. No debió de impactarme mucho. Por ello no tengo referencias del cubano Martínez, no así de Manuel Muñoz que es uno de los cordobeses más potenciados por la fundación Boti y muy en activo que ha participado en proyectos tan variados como Córdoba. Retrato de una Ciudad, Patata 21+1, Los Establos del general o este mismo doble proyecto. Manuel es un interesante autor de la hornada contemporánea y, a mi parecer, con un fuerte influencia de la obra del equipo Rosa y Bleda.

Tras un primer paseo por la sala es obvio que nos encontramos ante la típica exposición de fotografía contemporánea: copias enormes y una visión fría como el nitrógeno líquido, con composiciones neutras que rehuyen de cualquier elemento subjetivo en el encuadre o cualquier técnica estéticofotográfica. Mientras que Rodolfo usa en exclusiva el blanco y negro y abunda en elemento humano como referente importante de la ciudad, Manuel prefiere el color y las personas se hacen más presentes por sus ausencias que por sus presencias. A pesar de ello es una muestra con imágenes interesantes y muy sugerentes como el interior de la tienda de antigúedades y la boda de Muñoz o la composición geométrica de la Mezquita y el grafiti de la mujer jirafa de Martínez. Pero al volver a repasar la muestra y leer el texto descriptivo de la misma se pone de manifiesto la ideología de este tipo de autores, el sacrosanto concepto por encima de todo, y afirman que lo más importante es la intención a la hora de fotografiar y no la imagen misma.
Es una opción, patética pero una opción, aunque ya me contaran la intención de algunas fotografías como la del nocturno del Cristo de los Faroles que todos hemos hecho, y algunos con mucho mejor técnica. Pero ya sabéis nosotros no hacemos fotografías con concepto.
Una pena pues cuando la temática de la muestra es tan evidente la intenciones son obvias y no pueden engañar a nadie. Es la obsesión por lo contemporáneo que les hace rechazar cualquier influencia fotográfica clásica y en el caso de algunos, como mi admirado Chema Madoz, que hasta reconoce en público como renunció a sus orígenes fotográficos para no manchar su curriculum o su obra con la mácula de la fotografía tradicional. Es el retrato de una obsesión.

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