La belleza de los collages de Antonio Guerra
Hoy día, todos somos adictos a las imágenes. Fotografías o vídeos, las consumimos a diario por cientos. Pero en ese tsunami visual en el que nos sumergimos, son muy pocos los trabajos en los que te detienes para contemplarlos con algo más de tiempo. Este el caso de las imágenes de Antonio Guerra Álvarez, un auténtico creador visual que se mueve entre el dibujo, la pintura, la fotografía y el collage. Género este último donde el trabajo de Antonio más me hiere la pupila.
Una de las fotografía del último trabajo de Antonio titulado Antiteoría de la Belleza. |
El fotomontaje o collage fotográfico es un género tan antiguo como la misma fotografía. Ya los pioneros del siglo XIX, como el franco-español Jean Laurent, lo utilizaban para crear fotomosaicos, en los que reunían en una pequeña tarjeta de visita los retratos de la familia real o de los toreros más célebres de su tiempo. Pero quizás el periodo más creativo de este formato fuera el periodo de entreguerras, con figuras fundamentales para la historia de la fotografía como la del austriaco Herbert Bayer, uno de los grandes de la Bauhaus, o la del español Josep Renau, con sus icónicos trabajos Fata Morgana o The American way of life.
Aunque hoy es un género que es practicado por grandes artistas como Pablo Genovés, no es precisamente lo que más se ve en las redes sociales. Sin embargo, ahí fue donde descubrí la obra de Antonio Guerra hace no tanto tiempo. Un lugar y un formato que no favorece a este tipo trabajos que requiere otro tiempo y otro tamaño para degustarla como un buen vino. A pesar de ello, sus equilibrados fotomontajes te rompen el ritmo habitual de visualización en el móvil y te obligan a zambullirte en sus ricos mundos desde la pequeña pantalla. Antonio trabaja tanto los collage analógicos como los digitales. En los primeros utiliza todo tipo de imágenes impresas y objetos para crear auténtica poesía visual al servicio de las más variadas ideas. Estos, creo, son muy analíticos, pero arropados por una potente estética plástica gracias a las texturas y los volúmenes de los fragmentos que utiliza, consiguiendo piezas casi escultóricas, especialmente en su serie Ensamblajes. En los realizados desde el ordenador, Antonio se deja llevar por fantasías más oníricas y emocionales, creando mundos más complejos que, al menos a mí, me enredan en cientos de percepciones.
Si ya conocíais el trabajo de Antonio, toda esta verborrea seguro que os sobra, pero si no la habíais visto nunca dedicadle unos minutos y ya veréis que, como se dice ahora, os volará la cabeza.
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