Más humanismo fotográfico: Fotógrafas extranjeras en la Córdoba de posguerra


El limpiabotas, de Sabine Weiss


La fotografía ha sido un espacio profesional y artístico que, por su juventud, ha sido algo más permeable a la participación de la mujer. En España, fueron muchas las fotógrafas que estuvieron "tapadas" tras la marca comercial de padres, maridos o hermanos. Algo que no solía ser tan habitual si estas eran foráneas. Por ejemplo, en Córdoba, tenemos el caso pionero de la daguerrotipista Madama Fritz allá por 1844. Pero será el siglo XX cuando la presencia de fotógrafas de distinto signo busquen retratar la histórica capital de Al-Andalus. Este es el caso de Luise Coleman que captó distintas imágenes de la ciudad en 1909 para la prestigiosa publicación estadounidense National Geographic Magazine. Durante la Guerra Civil es más que conocido el trabajo bélico en la provincia de Gerda Taro (Stuttgart 1910-Brunete 1937)



La mujer de la cesta, de Eleanor Parke Custis.


Mientras, las imágenes de la estadounidense Eleanor Parke Custis (Washington 1897-Gloucester1983) son prácticamente desconocidas. Esta reconocida fotógrafa creativa estaba adscrita al movimiento pictorialista americano. Sin embargo, sus instantáneas de la ciudad, de 1937, poseen una clara estética de reportaje y se centran más en los personajes que habitan el entorno de la Mezquita Catedral, sin que la monumentalidad de la ciudad les reste protagonismo, gracias a la cercanía de sus tomas. Aunque estas aún son deudoras de la visión del viaje decimonónico.



El niño, de Regina Relang.


Nada más acabar la guerra, Regina Relang (Stuttgart 1906-Múnich 1989) recala en Córdoba en 1940. De la germana conocemos varias instantáneas extraordinariamente anodinas de los patios cordobeses, pero también una sorprendente fotografía de un niño durmiendo mientras se encuentra en un minúsculo parque infantil. Aunque la imagen no muestra el rostro del niño, esta es desgarradora y llena de simbolismo en el que se puede ver, al menos yo así lo siento, lo dura que debió de ser la vida tras la guerra para muchos cordobeses, cuya ciudad debió de parecerse a esa minúscula silla infantil rodeada de barrotes. Solo un año después, su compatriota Erika Groth-Schmachtenberger (Frisinga 1903-Wuzburgo 1992), que ya traje al blog hace unos años, realiza un espectacular y amplio reportaje de la ciudad, donde sus imágenes aún destilan la modernidad de las vanguardias alemanas de entreguerras, aunque en muchas de sus tomas la dimensión arquitectónica domina a la presencia de los vecinos.



La pareja de la Corredera, de Erika Groth.


En la década siguiente, a pesar del aislacionismo de España y de la todopoderosa censura del régimen del dictador, la nueva corriente del humanismo fotográfico llega a la ciudad hacia 1953  de la mano de una de las grandes reporteras de posguerra: Sabine Weiss (Saint-Gingolph 1924-París 2021). De su trabajo cordobés solo conocemos, como en otras ocasiones gracias a la página Historia de Córdoba en Imágenes, un potentísimo retrato de un limpiabotas en el interior del antiguo Círculo Mercantil del Gran Capitán. Se trata de un retrato directo, lleno de dignidad, en el que la suiza capta al joven mirando frontalmente a su cámara mientras carga con sus trastos de trabajo a la espera de realizar algún servicio. Sin duda, es uno de esos personajes tan característicos de esa época que se concentraban en torno a San Nicolás para acicalar el calzado de los cordobeses. La fotografía posee una cuidada escenografía y una atmósfera densa, en la que casi se puede respirar el humo del tabaco de los parroquianos y que se intensifica gracias al sol que se cuela por las puertas del casino. Un duro contraluz que Sabine resuelve técnicamente con maestría y donde se aprecian las siluetas de los clientes casi como fantasmas. Desde luego, es solo mi interpretación, pero creo que es compatible con la filosofía visual de la fotógrafa: “Yo no creo nada: solo soy testigo de lo que veo y de lo que me interesa, que siempre ha sido el ser humano” 


Retrato de Sabine Weiss en un sello de La Poste de Francia.
Qué idea más bonita. Ojalá, Correos le dedicara una iniciativa igual a Joana Biarnés o Sabina Muchart. 


No menos hipnótico es el retrato de una cordobesa en la Cuesta del Bailío realizado por Dorothy Bohm en 1959, al que ya dediqué una entrada en el blog hace una año. Esta luminosa toma es la perfecta antagonista del limpiabotas, plausibles personajes de una novela realista de la época. Dos tipos que me parece que simbolizan, más allá de tópicos, los papeles sociales de hombres y mujeres, jóvenes en este caso, en la Córdoba de los 50.



La chica del Bailío, de Dorothy Bohm.


Por último y no menos valiosa en esta hornada de grandes fotógrafas humanistas, enumerar a la austriaca Inge Morath (Graz 1923-Nueva York 2002) que en otros espacios he hablado de su trabajo cordobés de 1954. Hoy quiero resaltar su foto de las niñas jugando junto a la Mezquita. Como todas las anteriores, una imagen, a pesar de estar realizada junto a la Mezquita, alejada de tópicos casposos sobre Andalucía, llena de movimiento, alegría y esperanza en un futuro en el que las mujeres puedan ser todo lo que quieran ser.


Las niñas jugando al corro, de Inge Morath.


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